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Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, la Argentina dejó de priorizar las exportaciones como motor del crecimiento y comenzó a padecer la falta de dólares, que se hace más evidente cuando el país crece y las importaciones aumentan; la historia, al menos hasta ahora, siempre termina con devaluación
Por Sofía Diamante, La Nación, lunes 11 de marzo de 2019
La Argentina está estancada. En los últimos 50 años, el crecimiento de su producto bruto interno (PBI) per cápita se desaceleró mientras que en el resto del mundo no solo avanzó, sino que la mayoría de los países de la región aprendieron a superar sus problemas estructurales y lograron encontrar mayor estabilidad.
Cuando termine 2019, por ejemplo, la Argentina tendrá el mismo PBI per cápita que en 2009, según datos de la consultora EcoGo. Es decir, aun beneficiados con el boom del precio de las commodities, en la última década, el país no logró hacer crecer su riqueza por habitante.
En contrapartida, en la misma década, las economías avanzadas aumentaron su PBI per cápita a un ritmo del 1,5% anual y las emergentes, al 3,7%, con la región de Asia a la cabeza, que se expandió 6%. América Latina, en tanto, avanzó un 1,1%.
"En los últimos 50 años, el país ha tenido una pérdida de posiciones relativas en relación con el resto del mundo", dice Martín Vauthier, director de EcoGo. "Hay indicadores sociales que están muy deteriorados, como el aumento de la pobreza, la pérdida de calidad de los empleos y la expansión del mercado informal. Esto es lo que se espera de una economía que crece muy poco".
Cuando se compara la situación con los países de la región salta a la vista que hubo una dinámica distinta. "Chile, Uruguay y Colombia crecieron a un ritmo más acelerado que la Argentina. Brasil es un caso distinto porque en 2015 entró en recesión y tuvo una caída fuerte de la actividad. Igualmente, aun con todos los problemas que tuvo, logró una mejor performance que la Argentina", indica Vauthier, que remata: "Salvo Venezuela, el país tuvo el desempeño más pobre de los últimos años".
Un ejemplo más concreto del contraste entre el estancamiento de la Argentina y el avance del resto de los países es lo que sucedió con las inversiones en infraestructura. Buenos Aires construyó la primera línea de subterráneos de América Latina en 1913 y la red ahora tiene una extensión de 55 kilómetros. Santiago de Chile, cuya primera línea de metro fue inaugurada en 1975, tiene una red de 140 kilómetros de longitud, casi el triple.
El problema de la Argentina vuelve como un déjà vu. Como dijo el economista Jeffrey Sachs el año pasado: "Para la Argentina, las crisis financieras son como la película El día de la marmota: cada año que la visito hay otra crisis, ya sea 5 o 10 años después. La pregunta es cómo escapar de eso".
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