El IEFPA participó en importante Congreso Internacional
Se trata del I Congreso Internacional en Tributación Ambiental y Economía Circular, realizado en España los días 28 y 29 de noviembre pasados.
Por Pablo Wahren, Nodal.am, 15 febrero, 2019
INTRODUCCIÓN
La deuda externa puede volverse una carga insostenible. Tal como señalamos en el informe “La sombra negra: riesgos financieros para América Latina”[1], algo de esto podría empezar a suceder en América Latina. En efecto, el Fondo Monetario Internacional ha alertado sobre el sobreendeudamiento de los países emergentes. Este fenómeno no es novedoso ni en la región ni en el mundo. Entre 1980 y 2014 se han registrado 182 casos de reestructuraciones de deuda, de los cuales 61 han sido protagonizados por países de América Latina (Guzmán, 2016)[2]. Dada la coyuntura, vuelve a ser necesario hablar de reestructuración de deuda. De hecho, esta palabra ya resuena en Argentina, uno de los países que más se ha endeudado en los últimos tres años.
Una reestructuración de deuda implica un acuerdo entre el país deudor y los acreedores para aliviar el pago de la deuda a la vez que se aseguran los pagos bajo nuevas condiciones. Este tipo de negociaciones pueden incluir quitas en el capital adeudado, modificaciones de plazos, cambios en la tasa de interés, entre otras. Algunos señalan que una renegociación implica una estafa por parte del país deudor, al no pagar de la manera que se había comprometido. Sin embargo, el riesgo es asumido por el acreedor cuando decide prestar a países que pagan tasas por encima de la tasa libre de riesgo (comunmente la tasa de los bonos del tesoro de EE. UU.) a fines de obtener mayor rentabilidad que en un activo no riesgoso. De otro modo, a todos los países del mundo se les debería cobrar la misma tasa a la hora de prestarles. En esta línea, según la ONU “un Estado soberano tiene derecho, en el ejercicio de sus facultades, a elaborar sus políticas macroeconómicas, incluida la reestructuración de su deuda soberana.”[3]
No obstante, cabe aclarar que las reestructuraciones no siempre han sido positivas para los países deudores y muchas veces condujeron a nuevas crisis, por ejemplo cuando viejos bonos son canjeados por nuevos bonos a tasas de interés mucho más elevadas. La posibilidad de reestructuración exitosa que aumente la sostenibilidad y posibilite la recuperación económica se incrementa cuanto mayor sea el alivio generado (Guzmán, 2016).
A continuación se analizarán tres casos recientes de reestructuración de deuda de características distintas. Por América Latina, Argentina y Ecuador, y por el resto del mundo, Ucrania. En cada uno de ellos se dieron distintas estrategias y se enmmarcaron en diferentes contextos. Por último, se presentarán los problemas que enfrentan los países para reestructurar sus deudas en el marco de la actual arquitectura financiera internacional.
CASO ARGENTINO (2005 Y 2010)
En 2001 Argentina defaulteó su deuda externa con acreedores privados, en medio de una crisis externa, financiera y social. Tras cuatro años de default en 2005 el gobierno de Néstor Kirchner llevó adelante un proceso de reestructuración de la deuda a fines de retomar los pagos de una manera sostenible para la economía argentina. El resultado se dio a conocer el 18 de marzo de 2005, la adhesión fue del 76,15 % de los bonistas y se logró una quita nominal del 56 %. En otras palabras, de los US$ 81.836 millones de deuda elegible (deuda defaulteada con acreedores privados), US$ 62.318 millones entraron al canje tras el cual se terminaron acordando pagos por US$ 35.261 millones. De los US$ 19.518 millones que no entraron al canje se dispuso el no pago de los mismos hasta que en 2010 se realizó una nueva reestructuración de la deuda. En la misma entraron al canje el 67 % de los acreedores restantes y se les efectivizó una quita de 36 %. Finalmente, de toda la deuda defaulteada en 2001, solo 9.000 millones no entraron al canje.
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