El IEFPA participó en importante Congreso Internacional
Se trata del I Congreso Internacional en Tributación Ambiental y Economía Circular, realizado en España los días 28 y 29 de noviembre pasados.
Por Damina Kantor, Clarin.com, iEcoEconomía, 30.04.16
Plataforma de despegue de la ciudad emblema del desarrollo Shenzhen es la capital global del hardware y es pionera en el proceso de apertura económica. Hoy concentra unos 50.000 fabricantes de insumos y productos electrónicos y es la tierra natal de varias multinacionales, entre ellas Huawei y ZTE.
Ubicada estratégicamente en la frontera con Hong Kong, Shenzhen, una aldea de pescadores de 1.700 años, se transformó en la capital global del hardware y es el ícono del proceso de apertura económica que le permitió a China ser la segunda potencia económica mundial. Hoy, ese pueblo del sudeste asiático es una megalópolis de 15 millones de habitantes y eje de un área, la provincia de Guandong, que alberga a 50.000 fabricantes de componentes y equipos electrónicos y telecomunicaciones, y de la que surgieron multinacionales tecnológicas de origen chino, como Huawei, ZTE, Konka, TP Link y Tencent.
Las principales empresas globales de alta tecnología se instalaron en la ciudad pionera –desde 1979– en la implementación de las ZEE (Zonas Económicas Especiales), un régimen que permitió las inversiones extranjeras y la iniciativa privada. Shenzhen exportó el año pasado US$284.000 millones, tiene la tasa de millonarios por habitante más alta del país y hasta dispone de su propia bolsa de valores –un “Nasdaq” chino–, la segunda del país después de la de Shanghai.
Impulsadas por el sector reformista de Deng Xiaoping, las ZEE propiciaron las condiciones macroeconómicas basadas en el libre mercado, sumado a beneficios fiscales y otras políticas preferenciales. El ejecutor de esa “nueva” matriz económica fue Xi Zhongxun, padre del actual presidente chino, Xi Jinping, cuya historia resulta paradojal: fue un revolucionario y líder comunista, pero posteriormente fue perseguido y encarcelado durante la Revolución Cultural, hasta 1975. Rehabilitado y designado gobernador de Guandong, cuatro años después, Xi Zhongxun dispuso la creación de las primeras 4 ZEE, entre ellas Shenzhen.
Desde hace 35 años, la ciudad sigue asombrando por su crecimiento y sus continuas reconversiones. “Su modelo industrial tiene un rol de liderazgo, con una fuerte carga simbólica. Es un cluster tecnológico volcado a la producción de hardware e insumos electrónicos, pero en estos últimos años reafirmó su perfil de área atractiva para las inversiones y de generar condiciones para las startups. En ese sentido, tiene una lógica similar a la de Silicon Valley”, explica Sergio Cesarin, investigador especializado en economías asiáticas del Conicet.
Pero toda China está atravesando un nuevo proceso de reconversión industrial, para pasar de ser un país factoría con mano de obra barata a otro basado en la innovación, el desarrollo y la investigación. En 2008, la Unesco la nominó “Ciudad del Diseño”, lo que no sorprende: operan allí más de 6.000 compañías diseñadoras de nuevos productos, desarrollos y patentes. La transformación actual, el desafío, consiste en pasar del “Made in China” al “Designed in China”. De manufacturar a crear “propiedad intelectual”, eje del modelo de negocios de colosos extranjeros, como Apple, y locales, como Huawei.
El volumen del comercio exterior de Shenzhen el año pasado fue similar al PBI de toda la Argentina: US$484.000 millones, con un saldo favorable de casi US$80.000 millones, indica el Guandong Statistical Yearbook 2015 . Además, es la ciudad con el salario mínimo más alto de China (US$326,9 al mes), por encima de Shanghai y Beijing. Pero las autoridades prevén duplicar los sueldos para 2020. “Hoy China no es tan barata. Un trabajador promedio gana US$600, y las empresas tienen que pagar aportes, seguro de vida y cargas sociales”, aclara Ernesto Fernández Taboada, director de la Cámara de Comercio Argentino-China.
La industria del ladrillo La principal dificultad que afronta la ciudad es el costo de la vivienda. Pese al boom de la construcción que se vive desde hace años, el precio del metro cuadrado nuevo oscila entre US$4.000 y US$6.500. A pesar de esto, un informe global de la consultora Knight Frank revela que la demanda de propiedades en Shenzhen está al rojo vivo: los precios de los inmuebles subieron 47,5% promedio el año pasado, el porcentaje más alto del mundo y muy por encima de Auckland (25,4%), Estambul (25%), Sidney (19,9%) y Shanghai (18,2%).
La industria de la construcción fue la primera en desarrollarse ya desde el inicio de la ZEE en Shenzhen. Fue la prioridad para Deng Xiaoping, cuyo objetivo fue crear la infraestructura base para recibir inversiones extranjeras. A tal fin, se destinaron 20.000 ingenieros para edificar las primeras torres, rascacielos, autopistas y caminos. A esos primeros impulsos, febriles y continuados, el edificio Diwang, un emblema de su centro financiero, marcó un récord a inicios de los 90: se construyeron 4 pisos en 9 días, lo que se conoce como “el nuevo impulso Shenzhen”.
Comprobado el éxito de Shenzhen, la política aperturista se expandió: hoy son 7 las ZEE habilitadas en China. Cada una de ellas tiene un perfil productivo específico, que determina la radicación de nuevas inversiones y compañías según el rubro. Por ejemplo, en la región Delta Jiang (Shanghai, Ningbo y Yangzhou), se concentran las automotrices, bancos y financieras y las actividades comerciales. El foco de Beijing es la investigación aeroespacial; en la región Xiamen, próxima a Taiwan (Xiamen, Shantou y Quanzhou) está la industria textil y de procesamiento de alimentos. Y en la región de Liandong (Dalian), la industria pesada. Esto se traduce, remarca Fernández Taboada, en que “el 50% de las exportaciones chinas las realizan multinacionales extranjeras”.
En 1996 y en torno a Shenzhen se establecieron los primeros parques industriales y posteriormente, en 2003, se impulsó la creación de un centro universitario enfocado en la formación de personal altamente calificado para abastecer al sector tecnológico. Con ese fin y ofreciendo salarios y facilidades para desarrollar sus actividades, desembarcaron científicos e investigadores de las universidades de Beijing, de Tsinghua y del Instituto de Tecnología de Harbin. En su primer año, el centro ya tenía 4.500 estudiantes, de los cuales 800 cursaban algún doctorado.
Los entendidos subrayan que un polo tecnológico se integra a partir de inversiones, mano de obra calificada (universidades) y startups. “En China hay 2.000 institutos terciarios y universidades de orientación técnica. Y se calcula que hay 20 millones de estudiantes avanzados y alrededor de 8 millones graduados anuales”, enumera Fernández Taboada. La gran mayoría, agrega, son estatales pero los estudiantes pagan una cuota de entre US$20 y US$50. “El examen de ingreso es muy estricto”, asegura.
Shenzhen, de este modo, fue moldeando un perfil innovador que, tras 35 años de bonanza, se convirtió en la cuarta ciudad de China con mayor cantidad de ricos. Hoy concentra 50.400 millonarios, según datos oficiales de la Hurun Rich List of China . En China se estima que unos 320 millones de personas son de clase media.
http://www.ieco.clarin.com/economia/Radiografia-china-desafia-Silicon-Valley_0_1568243332.html
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