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  • Tratamiento tributario de la Economía Digital de OCDE, UE y ONU

Propuestas multilaterales para el tratamiento tributario de la Economía Digital de OCDE, Unión Europea y ONU 

 

Por Cont. Púb. Pablo Porporatto, Mercojuris, 23 de noviembre de 2020

 

Introducción

En los últimos tiempos, hemos sido testigos de la mayor presencia de la digitalización en los procesos productivos y comerciales de bienes y servicios, como así también en nuestra vida social, aunque de manera más abrupta, a partir de las medidas de aislamiento para la contención de la imprevista pandemia de la covid19, desatada en los primeros meses de este año.

Es importante abordar la economía digital desde una perspectiva más amplia, recordando que, en la actualidad, el mundo transita la “4ta revolución industrial”, donde las TIC son herramientas fundamentales en los procesos de producción y comercialización de bienes y servicios, con los siguientes rasgos:

1. Digitalización e integración de cadenas de valor.

2. Digitalización de productos y servicios ofrecidos.

3. Modelos de negocios digitales y acceso de los consumidores.

Esta revolución 4.0 se sustenta en el uso de teléfonos móviles, internet de las cosas, computación en la nube, realidad aumentada, técnica de análisis “big data”, impresiones 3D, sensores inteligentes, avanzadas interfaces de conexión entre humanos y máquinas, inteligencia artificial, entre otras nuevas tecnologías disruptivas.

Aunque ya en la tercera revolución internet y la computación hicieron su aparición (años 1969-2010s), es recién en la cuarta revolución donde las TIC se intensificaron y sofisticaron mucho más, conforme se expone en el párrafo anterior.

La economía digital permite una comunicación directa entre productores y consumidores, mediante el uso de plataformas informáticas que reducen y hasta eliminan barreras logísticas, de traslados y, finalmente, pueden redundar en menores costos.

Economía digital: el rol de las “GAFAM”.

El contexto descripto previamente hace factibles modelos de negocios que antes no lo eran, en los que, por ejemplo, ya no es necesario para las empresas tener presencia física en un territorio para vender, y en los que los consumidores y usuarios contribuyen con contenido al desarrollo del producto que se vende (piénsese en Google, Facebook, por ejemplo). La difusión masiva del internet, de los “smartphones” pronto con tecnología “5G”, de la banda ancha, el extendido uso de redes sociales, entre otros desarrollos, ha generado grandes cantidades de datos sobre gustos y hábitos de consumo.

Con el actual potencial para procesar esa voluminosa información y “rentabilizarla” -hacerla económicamente relevante-, a través de algoritmos, es posible el diseño de productos y servicios focalizados a nivel personalizado. Las nuevas tecnologías además ahora permiten llevar a cabo en forma remota muchas actividades que antes eran exclusivamente presenciales. El teletrabajo se extendió producto de la pandemia y mostró sus efectos positivos y negativos sobre las vidas de las personas.

No hay duda que en su mayor parte, estos cambios han traído grandes beneficios en la productividad de las empresas y han generado un mayor bienestar a las personas, en términos generales. Sin embargo, también se han presentado diversos desafíos, por ejemplo, cómo regularlos para un mejor aprovechamiento evitando abusos, en particular para resguardar los derechos de los ciudadanos, los consumidores, los empleados, etc.

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